El Acuerdo Verde Europeo establece cómo hacer de Europa el primer continente
‘neutro’ -no dañino- para el clima en 2050. La nueva Estrategia Europea “De la granja
a la mesa’ marca la ruta para una Europa sostenible. Es difícil discrepar de sus
principios.
Se entiende que haya países preocupados por la menor competitividad de una
agricultura totalmente ecológica, dada la posible dificultad de su manejo, pero debe
contextualizarse cada objeción. En ciertas zonas húmedas, donde el control de plagas
y hongos es más complicado, lo razonable será optimizar el uso de productos
químicos con el fin de lograr que el 100% de la producción llegue a nuestras mesas
con residuo cero.
Aragón posee dos rasgos muy útiles cultivos mediterráneos: la baja pluviometría y el
frecuente cierzo, gran aliado que previene y mitiga los padecimientos por ciertos
hongos en nuestros cultivos. Ello implica un menor coste en las zonas de Aragón con
esa ventaja competitiva natural, residente y localizada, para la producción ecológica,
según un aprovechamiento fundado en los criterios científicos y técnicos que ya están
a nuestra disposición. Debemos intentar los cultivos ecológicos en las zonas
susceptibles de aprovechar esas ventajas fijas. El objetivo es crear el valor ecológico -
en alza-, retenerlo transformado en productos de calidad y, en fin, promocionar estos
adecuadamente de modo sostenido.
El cambio se ha iniciado y llegará plenamente a Aragón. Aferrarse a la protesta no
ayudará. Lo más inteligente es asumir la propuesta que aportará una mejor disposición
al cambio cultural y real, mental y material.
No se trata de confrontar formas de cultivar, sino de asumir áreas de mejora conocidas
desde hace décadas y de ser audaces con las medidas que faciliten el cambio. Cuanto
más tardemos en analizar la propuesta, más serán los que no puedan realizar el
cambio.
Una agricultura más sostenible no debe suponer más costes para el agricultor. Será
sin duda más técnica y compleja y por eso mismo debe ser menos dependiente del
consejo de partes interesadas.
No sólo las prácticas agronómicas deben cambiar; las empresariales y las sectoriales
también tienen recorrido y deberán avanzar su tramo del camino.
Los consumidores cambiaremos de hábitos. La distribución querrá atender la demanda
y esta reclamará más producción sostenible. Aragón tiene ventajas competitivas por su
orografía, clima y potencial logístico que se debe aprovechar. Es un gran momento,
muy propicio para asumir cambios provechosos.
Artículo redactado por Pedro Fatás socio consultor de Invinia publicado en Heraldo de Aragón el 28 de julio de 2020
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